"Un caballo sin domar se vuelve reacio, y un
hijo consentido se vuelve insolente".
Eclo.30,8.
Esta cita que ha publicado Poco y Católico en facebook el día de hoy, ha puesto la frutilla en un postre que venía preparando hace tiempo... con ella me he decidido a dar forma a una serie de ideas que me rondan en la cabeza desde hace tiempo mientras leo blogs de madres amorosas que son expertas en nuevas pedagogías, crianza respetuosa, crianza con apego y amor maternal entre otros muchísimos títulos...madres que dan cátedra (e incluso venden cursos)de cómo criar niños felices en total y absoluta libertad sin intervenciones odiosas por parte de los adultos que nada saben sobre la vida y nada tienen que enseñar a sus hijos ya que estos tooooodo lo aprenderán "solos" de manera "autónoma" "respetuosa" "consciente" etc, etc..., madres con bastísima experiencia en ello ya que con un solo hijo y de apenas meses basta para obtener un master en crianza. Esto les habilita para, paradógicamente, esnseñar o guiar a otras madres. No quieren enseñar a sus hijos pero si a otras madres...
En cambio he leído a otras mujeres que aconsejan desde la humildad, la generosidad, desde su experiencia y vida real, desde el amor de madres y no desde lugares comunes que se ponen de moda. A esas madres da gusto leerlas.
Antes que nada me surge la necesidad de detenernos en algunos conceptos que creo son fundamentales: AMOR, FELICIDAD, LIMITES, LIBERTAD, OBEDIENCIA, AUTORIDAD, CAPRICHOS.
Preguntarnos sobre algunas cuestiones que noto confusas en muchas personas... ¿Qué significa amar a nuestros hijos? ¿Se confunde a veces el amor? ¿Cómo logramos que nuestros hijos sean felices? ¿Qué es la felicidad? ¿Qué significa consentir a nuestros hijos? ¿Los amamos más cuando los consentimos? ¿Estamos amando verdaderamente a nuestros hijos al permitirles hacer todo el tiempo lo que ellos desean? ¿Cómo encontrar el equilibrio? ¿Por qué se suele asociar el poner límites o ser demasiado estrictos con ser malos padres o autoritarios? ¿Cuál es la diferencia entre un padre o madre autoritarios y uno con autoridad? ... Ufff y se me ocurren muchas otras preguntas pero dejo que ustedes mismos las contesten. Solo veamos un poco estos conceptos y luego a sacar conclusiones...
Dios es AMOR (1 Juan, 4-8), y ese amor infinito del Padre por el Hijo nos es extendido a nosotros por la misión del Espíritu Santo (Rom 5, 5) el cual pone entonces en nosotros esa capacidad de amar al Padre como lo amó Jesús, y de amarnos entre nosotros como Jesús nos amó (Juan 13, 34; 15, 12). Dios nos ama como nadie nos ama en este mundo, ni muchas veces sabemos nosotros amar como Él lo hace. Pero no nos dejó sin rumbo, por eso Él mismo nos enseña a través de San Pablo en 1 Corintios 13, 1-13: "Tratado de la caridad: Aunque yo hable la lengua de los hombres y de los ángeles, si no tengo amor, soy como bronce que suena o símbalo que retiñe. Y aunque tenga (don de) profecía, y sepa todos los misterios y toda la ciencia, y tenga toda la fe en forma que traslade montañas, si no tengo amor, nada soy. Y si repartiese mi herencia toda, y si entregase mi cuerpo para ser quemado, más no tengo caridad, nada me aprovecha, El amor es paciente, el amor es benigno, sin envidia; el amor no es jactancioso, no se engríe, no hace nada que no sea conveniente, no busca lo suyo, no se irrita, no piensa mal, no se regocija en la injusticia, antes se regocija con la verdad; todo lo sobrelleva, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor nunca se acaba; en cambio las profecías terminarán, las lenguas cesarán, la ciencia tendrá su fin. Porque (solo) en parte conocemos, y en parte profetizamos, mas cuando llegue lo perfecto, entonces lo parcial se acabará. Cuando yo era niño, hablaba como niño, razonaba como niño; más cuando llegué a ser hombre, me deshice de las cosas de niño. Porque ahora miramos en un enigma, a través de un espejo; mas entonces veremos cara a cara. Ahora conozco en parte, entonces conoceré plenamente de la manera en que también fui conocido. Al presente permanecen la fe, la esperanza y la caridad, estas tres; mas la mayor de ellas es la CARIDAD".
El amor es buscar el bien del otro, el amor que profesamos a nuestros hijos no escapa a estas enseñanzas. No debe ser diferente a esto. No busquemos fuera lo que tenemos dentro! No tratemos de inventar nada "nuevo" si Dios ya nos lo da todo en su Magisterio!
Sobre la FELICIDAD quisiera que lean este artículo que vengo publicando en fascículos con el nombre de: "El cerebro y las emociones" en este caso dejo el que menciona el tema de la "Verdadera felicidad", el fascículo III, pero les recomiendo leerlos todos.
Con respecto a los LIMITES quiero decir que están intimamente ligados al amor. Me parece atinada la imagen de la ruta y las líneas dibujadas en ella. Es una imágen que hace años le escuché explicar al filósofo judío Jaime Barilko y me pareció muy descriptiva de la realidad: Imaginemos que transitamos por una ruta, cruzando un descampado, con nuestro vehículo durante una noche oscura... imaginemos que esa ruta no tiene ninguna línea, ninguna luz o señalización que nos indique el rumbo a seguir... lo más probable es que descarrile y me vaya al medio del descampado sin poder evitarlo. Pero en cambio, imaginemos esa misma ruta iluminada, con las líneas de los costados y la intermitente del centro bien marcadas con pintura refractaria y carteles que me anuncian con anticipación las curvas y los peligros que se aproximan... allí transitaré seguro y sin temores.
Entonces, si amo a mis hijos ¿qué ruta les aconsejaré que tomen? Ya la vida se encargará de ponerles rutas confusas y sin marcas a los costados. Pero que en su hogar, en sus padres, encuentren el camino seguro, ese camino que les dará confianza en Dios, en ellos mismos y en nosotros; para que esa confianza sea cimiento, base firme y sólida; para que no descarrilen y se estrellen en la primera curva. No se trata de evitares todos los problemas COARTANDO SU LIBERTAD como puede parecer a simple vista, se trata de evitarles los problemas innecesarios, esos que los harán perder la VERDADERA FELICIDAD y que los terminarán haciendo ESCLAVOS de si mismos y de la sociedad. Porque ¿qué otra cosa quiere un padre para sus hijos si no es que sean felices? Eso es amor. Amar a nuestros hijos es poner límites respetando su personalidad, forjando y moldeando su carácter. No amamos a nuestros hijos si dejamos que las pasiones los dominen y miramos, sin hacer nada, cómo destruyen su vida dando rienda suelta a sus pasiones desordenadas. Para poder ser padres y guías es deber educarnos a nosotros mismos si es que no fuimos educados por nuestros padres de esta manera. Porque un ciego no puede guiar a otro ciego, pues ambos caerían en el pozo.
Y ya que hablamos de LIBERTAD , debemos decir que la libertad no es hacer lo que queremos cuando queremos ni como queremos, dando rienda suelta a nuestros deseos y pasiones desordenadas. Eso no es libertad eso es cualquier cosa, eso nos esclaviza.
Veritas liberabit vos; la verdad os hará libres. ¿Qué verdad es ésta, que inicia y consuma en toda nuestra vida el camino de la libertad? La Verdad es Cristo. No hay otra verdad. San José María Escrivá nos dice: "Sabed que hemos salido de las manos de Dios, que somos objeto de la predilección de la Trinidad Beatísima, que somos hijos de tan gran Padre. Yo pido a mi Señor que nos decidamos a darnos cuenta de eso, a saborearlo día a día: así obraremos como personas libres. No lo olvidéis: el que no se sabe hijo de Dios, desconoce su verdad más íntima, y carece en su actuación del dominio y del señorío propios de los que aman al Señor por encima de todas la cosas.
Rechazad el engaño de los que se conforman con un triste vocerío: ¡libertad, libertad! Muchas veces, en ese mismo clamor se esconde una trágica servidumbre: porque la elección que prefiere el error, no libera; el único que libera es Cristo, ya que sólo El es el Camino, la Verdad y la Vida.
La libertad adquiere su auténtico sentido cuando se ejercita en servicio de la verdad que rescata, cuando se gasta en buscar el Amor infinito de Dios, que nos desata de todas las servidumbres. ¡Cada día aumentan mis ansias de anunciar a grandes voces esta insondable riqueza del cristiano:la libertad de la gloria de los hijos de Dios!".
Para algunos puede resultar contradictorio el hecho de llamar libertad al deseo de obedecer a Dios, pues la obediencia está denostada en nuestros tiempos y es sinónimo de esclavitud para muchos, pero es ese deseo el que elijo libremente y me hace libre para siempre! Pues nadie nos obliga a amar a Dios sino que ese amor parte de un acto voluntario y libre.
Luego resta ser coherente con ese amor que sentimos hacia nuestro Señor, y es nuestro Señor quien nos guía porque la libertad no se basta a sí misma: necesita un norte, una guía. No cabe que el alma ande sin ninguno que la rija; y para esto se la ha redimido de modo que tenga por Rey a Cristo, cuyo yugo es suave y su carga ligera (Mt XI, 30).
Ya que hablamos de OBEDIENCIA, a Dios en este caso, podemos decir sin miedo a que nos tachen de arcaicos, retrógrados, medievales y por qué no fascistas autoritarios, que la obediencia es necesaria para el correcto desarrollo de las virtudes que si nuestros hijos cultivan, los harán felices. Y todo se relaciona!!
No se trata de una obediencia ciega y a cualquiera, como muchos pueden pensar simplistamente. He leído mucho sobre la tonta idea de pensar que si enseñamos a nuestros hijos a obedecer, luego estos obedecerán a cualquier gobierno corrupto y autoritario, o a cualquier abusador que se les cruce por el camino. Nada más lejos de la realidad. Enseñar a nuestros hijos la obediencia no implica enseñarles a ser tontos o manipulables. Sino todo lo contrario. Enseñar a nuestros hijos a obedecer a Dios primero y ante todo y a sus padres luego porque los aman como ninguna otra persona en el mundo, no implica tener que obedecer a cualquiera ciegamente. Luego ellos sabrán a quienes obedecer o a quienes no, haciendo uso de su libertad, criterio e inteligencia. No subestimemos la capacidad de discernimiento que pueden adquirir nuestros hijos!
Pero para que esto suceda deberemos explicarles algo muy importante, algo que en nuestros días también está muy devaluado y es el PRINCIPIO DE AUTORIDAD.¿Quién tiene verdadera y legítima autoridad en nuestras vidas?
La AUTORIDAD es una palabra que no gusta en algunos sectores o ambientes pedagógicos, tal vez porque la confunden con autoritarismo y ya sobre esto se ha dicho mucho.
Lo que podemos agregar es que en el caso de personas que creen en Dios como nosotros, no podemos negar la autoridad que Nuestro Señor tiene sobre nuestras vidas. Esa autoridad de Dios Padre se hace visible de manera jerárquica (otra mala palabra para nuestro tiempo) en la familia.
Los padres (De Dios al Padre, de este a la madre y en ese orden) son quienes tienen la autoridad para educar, alimentar, proveer, sostener, acompañar y guiar a sus hijos con los límites necesarios, sin fastidiarlos, sin ser injustos, sin agobiarlos, por el camino de la felicidad verdadera. Viviendo la libertad de los hijos de Dios.
Los hijos obedecerán a sus padres (no se asusten de la palabrita en cuestión) por amor y con amor, en absoluta libertad, sabiendo que eso es lo que más les conviene para su bienestar psíquico y emocional.
No nos dejemos engañar con la falsa idea de que si nuestros hijos hacen lo que quieren cuando quieren, aún cuestionando la legítima autoridad que como padres tenemos por el amor que les profesamos, serán más felices. No es verdad que ellos siempre saben lo que les conviene desde que nacen. Algunas cosas las saben, pero otras no. Algunas cosas las intuyen y otras no.
No siempre sabrán lo que es mejor para ellos, muchas veces se equivocarán y si se equivocan en una pavada no pasa nada, eso les servirá para aprender, será una experiencia riquísima y de la cual sacarán mucho provecho. Pero si en lo que se equivocan es en algo trascendental cuya huella marcará sus vidas para siempre y para mal, no podemos mirar para otro lado! Somos sus padres!!
Los CAPRICHOS vuelven infelices e insatisfechos a quienes los portan. Nadie que se deje dominar por los caprichos puede ser feliz. Hay niños caprichosos y adultos caprichosos, negarlo sería de necios.
He leído por la web, que "ningún" niño es "caprichoso", que solo tiene "necesidades no atendidas". Quien tiene más de un hijo o quien al menos tiene sentido común sabe que esto no es así. Ojo con las generalidades categóricas.
Estamos de acuerdo en que ningún niño nace caprichoso. Estamos de acuerdo en que muchos de los niños que comúnmente se tildan de caprichosos, no lo son, solo son niños con falta de atención suficiente por parte de sus padres.
Pero hay una realidad y es que si consentimos constantemente los pedidos de nuestros hijos desde pequeños, por más absurdos o desubicados que sean, y nos rendimos a sus pies ante cada capricho por no escuchar un berrinche o por creer que de esa manera le estamos demostrando cuánto los amamos, estamos equivocados.
Apelemos al criterio y sentido común en esto también. Un niño caprichoso o un niño al que siempre, se le deja obtener lo que desea, en el momento en que lo desea sin discernimiento alguno (y digo siempre sin exagerar), no será feliz. Y no será feliz porque no sabrá lo que significa el dominio de si, el autocontrol, el negarse algo y saber esperar para obtener un bien superior. Y esto se adquiere desde pequeños. Es una virtud que se logra con trabajo como todas las virtudes. No esperemos que el niño cuando sea grande, de golpe sepa esperar o sepa que no puede obtener todo lo que quiere en el momento en el que lo quiere.
Consentir no es sinónimo de amar ni siquiera de ser afectuoso o cariñoso. Consentir es decir a todo que si. Sin filtro, sin límites y eso los vuelve insolentes.
Yo no quiero hijos consentidos, quiero hijos amados, felices, seguros y capaces de vivir una vida plena tanto en las buenas como en las malas, capaces de ser santos y llegar a conquistar algún día la Patria Celestial!!
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