Cultura y educación: una mirada al pasado.
SEGUNDO CAPÍTULO: Las raíces latinas.
"El aporte romano: Los cristianos
no pudieron dejar de leer sin emoción aquel texto profético de
Virgilio, donde el poeta de la romanidad, inspirándose en el mito de
las cuatro epocas, creado por Hesíodo, tras decir que, transcurrida
la edad de oro, en que los hombres vivieron al modo de los dioses, así
como la de plata, que fue la del aprendizaje del cultivo de la tierra, y
la de bronce, dominada por la raza de los guerreros, se había llegado a la
edad de hierro, en que los hombres sólo se complacían en el
mal, preanunciaba en su IVª Egloga la anhelada salvación: «He aquí
que renace, en su integridad, el gran orden de los siglos; he aquí que
vuelve la Virgen, que vuelve el reinado de Saturno, y que una nueva
generación desciende de las alturas del cielo. Un niño va a poner fin a la
raza de hierro y a traer la raza de oro.
Nacerá bajo el consulado de Polion.
Este niño recibirá una vida divina y verá a los héroes mezclados con los
dioses y se le verá con ellos; y gobernará el globo pacificado por
las virtudes de su padre»*. En correspondencia con la profecía de la
famosa Sibila de Cumas, Virgilio
había vaticinado una nueva era, un retorno a la edad primordial. Éste
es el Virgilio
que
los romanos transmitieron a los cristianos, el profeta de Cristo. Dante no
se equivocaría al escogerlo como guía hasta el umbral del Paraíso, es
decir, hasta el umbral donde reina la Gracia.
He ahí uno de los aportes de Roma. Pero no fue el único. También le
ofrendó la llamada «pax romana», tan alabada por S. Pablo. Gracias a la
vigencia de la misma, el Evangelio estuvo en condiciones de viajar por las
magníficas vías del Imperio, y en todas partes, desde Siria hasta
España,los apóstoles de Cristo pudieron recurrir a una sola ley y hacerse entender
en una sola lengua. Era como si Dios, en sus inescrutables designios,
hubiera ampliado las fronteras del Imperio a fin de disponer una vasta
cuna para el Cristianismo naciente. S. León Magno lo expresó de manera
explícita: «Para extender por el mundo entero todos los efectos
de gracia tan inefable, preparó la Divina Providencia el imperio romano,
que de tal modo extendió sus fronteras, que asoció a sí las gentes de todo
el orbe. De este modo halló la predicación general fácil acceso a todos
los pueblos unidos por el régimen de una misma ciudad» (Hom. en la fiesta
de los Stos. Apóstoles Pedro y Pablo, en San León Magno,
Homilías sobre el año litúrgico, BAC, Madrid, 1969, 355).
Un día este Imperio abrazaría el cristianismo. Belloc llega a decir que
la conversión del Imperio a la Fe no fue un episodio entre otros grandes
episodios de la historia, ni un capítulo más de la misma. Fue la Cosa
Determinante, una nueva creación,en grado y en calidad, e incluso «el acontecimiento
más importante en la historia del mundo» (cf. H. Belloc, La crisis de nuestra civilización, Sudamericana, Buenos Aires, 1966, 33 y 77)".
Dante y Virgilio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario